Cómo hicimos el plan de igualdad obligatorio en nuestra academia

Cómo hicimos el plan de igualdad obligatorio en nuestra academia

Había una vez, en una academia no muy lejana, un grupo de profesores y administrativos que se enteraron de que tenían que hacer un plan de igualdad obligatorio. Algunos lo tomaron como un reto épico digno de una película de aventuras, mientras que otros… bueno, algunos simplemente se asustaron como si hubieran visto un fantasma. Sin embargo, entre risas y peripecias, logramos hacerlo y aquí te contamos nuestra travesía.

La reunión del Consejo de Sabios

Nos reunimos todos en la sala de profesores, que por un día, se transformó en la sala del consejo. En el centro, una pizarra blanca nos esperaba, casi burlándose de nosotros. “¿Por dónde empezamos?”, preguntó uno. “Por el café”, contestó otro. Una vez superada la crisis de cafeína, nos dimos cuenta de que lo primero era informarnos. Y así, entre chistes y bromas sobre quién sería el siguiente en presentar la información, nos pusimos manos a la obra.

El descubrimiento del reglamento perdido

Empezamos a investigar sobre lo que se requería en el plan de igualdad. Hubo quien decía haber encontrado “el reglamento perdido de la igualdad”, aunque solo era un PDF descargado de internet. Pero, bromas aparte, este documento fue esencial. Después de leerlo (y de que algunos casi se quedaran dormidos en el intento), tuvimos una idea clara de lo que se esperaba de nosotros.

El mapeo del territorio desconocido

Con lápices en mano, y mucho humor, decidimos mapear la situación actual de nuestra academia. ¿Teníamos igual número de hombres y mujeres? ¿Estaban todos en puestos que correspondían a sus habilidades y no a su género? Fue una etapa de descubrimiento, donde aprendimos mucho sobre nuestra organización y sobre nosotros mismos. Hubo sorpresas, risas y algunas caras rojas.

La creación del manifiesto

Era el momento de poner por escrito nuestro compromiso con la igualdad. Uno de nosotros, el más teatral, se levantó y comenzó a redactarlo como si estuviera proclamando una declaración de independencia. Nos reímos mucho, pero también nos dimos cuenta de la importancia de lo que estábamos haciendo. Entre todos, aportamos ideas, corregimos, y al final, teníamos un manifiesto que reflejaba nuestro compromiso.

Los guardianes de la igualdad

Decidimos que era esencial tener un equipo que se encargara de garantizar que se cumpliera el plan. Y así nacieron “los guardianes de la igualdad”, un grupo variopinto de profesores y administrativos que, con capas imaginarias y mucho humor, se encargarían de esta importante tarea.

La difusión del evangelio de la igualdad

No era suficiente con tener el plan, teníamos que asegurarnos de que toda la academia lo conociera. Así que organizamos una jornada de difusión, con juegos, dinámicas y, por supuesto, mucha risa. Al final del día, no solo todos conocían el plan, sino que estaban entusiasmados con él.

 La igualdad puede ser divertida

Hacer el plan de igualdad obligatorio fue un reto, pero lo tomamos con humor, creatividad y compromiso. Aprendimos que trabajar juntos, con un objetivo claro y con una actitud positiva, puede hacer que incluso las tareas más complejas sean divertidas. Y lo más importante, aprendimos que la igualdad es esencial y que, con esfuerzo y risas, podemos hacer de nuestra academia un lugar mejor para todos. Porque al final del día, la igualdad no es solo un plan en papel, sino una actitud y un compromiso que se vive día a día. ¡Y que viva la igualdad y las risas en nuestra academia!

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